Albo, Martin
La
monarquía.
La participación en la construcción de las pirámides y los
templos suponía para los antiguos egipcios un hecho de profunda significación
religiosa y dota al país de un gran impulso colectivo.
El faraón debía representar la divinidad manteniendo el
orden total del universo.
Eje de todas las acciones y cubierto de un poder absoluto,
el faraón y su familia sobresalía sobre el resto de la población.
Con una monarquía absoluta y totalmente divinizada el rey
se identificaba con Horus el dios principal, tras la unificación durante la
época tinita el monarca decidió acogerse a la protección de las distintas
diosas de las distintas capitales del Alto y Bajo Egipto.
Un ritual y ceremonia
más importante vinculado a la legitimidad de la monarquía y fue el
denominado sed, que buscaba reflejar
la exaltación del soberano, en la que esta asumía nuevas fuerzas para la
continuación de sus tareas.
La heredabilidad se daba a partir de la línea materna. Pero
el alumbramiento de sangre divina y los privilegios adquiridos por los
primogénitos, no era suficiente para la legitimidad de trono. Éste debía ser
completada tras la consagración que el dios Sol confería haciendo hijo a su
sucesor.
Al finalizar el Imperio Nuevo y durante las dinastías
anteriores a la XXVI, algunos grupos de presión en el poder dieron lugar a un
oscurecimiento del papel monárquico. Pusieron en tela de juicio la autoridad
política y divina del Faraón.
Las
funciones regias. Los señores de la guerra y de la construcción.
A lo largo de la historia de
egipcia los reyes dispusieron de una autoridad absoluta en todas las esferas de
la sociedad y de la administración. Aunque con el tiempo sus responsabilidades
cotidianas tuvieron que pasar a mano de los visires y a un número cada vez más
elevado de los funcionarios.
El monarca intercedía ante los
dioses en favor de su pueblo si se cumplían los rituales apropiados y se
practicaban las ofrendas requeridas.
Como responsable ante los
dioses, el rey asumía los papeles de arquitecto, ingeniero, campesino y
legislador, además de ser la cabeza del ejército.
Eran las divinidades egipcias
quienes avalaban y prestigiaban a los reyes; con su llegada al trono, el faraón
recibía los cinco títulos constituidos durante el Imperio Antiguo.
La figura del rey no podía ser
representada como individuo, sino como la de un ser ideal.
Al disfrutar del privilegio de
tener varias esposas, para la sucesión del trono era decisivo descender de la
primer consorte; de esta situación dependía igualmente la legitimación del
cargo de faraón en una mujer.
A diferencia de otros pueblos
cuyas construcciones eran concluidas; los egipcios preferían la permanente
dedicación a sucesivas ampliaciones.
Al monarca le correspondía la
máxima responsabilidad en las funciones de defensa y el sostenimiento de una
milicia permanente.
Los reyes eran dueños de las
tierras y eran ellos los que daban concesiones para que sean trabajadas o para
el culto de algún dios.
Las
instituciones.
Los
órganos de poder.
Gobierno
y ley. La potestad ejecutiva y legislativa.
Existen dudas si era el rey en
persona que quien encabezaba la administración, atendiendo, a los asuntos
políticos, o estas funciones eran delegadas dependiendo de las atribuciones
dadas a los distintos cargos y el espacio geográfico que ocuparan.
A tal fin, el visir fue el
primero en disponer de amplios poderes, variables según el contexto.
El reparto de los cargos en la
administración del país, a lo largo de las diferentes dinastías, estuvo
dirigido al control y gestión de los cincos grandes sectores que prevalecieron
en el Egipto faraónico. Esto es la justicia, los archivos, el trabajo, las
finanzas y la agricultura.
Algunos cargos bajo la tutela
directa del rey, especialmente los que estaban dirigidos al control de la política
exterior.
A lo largo de la dinastía IV
los visires estaban a cargo de “todos los trabajos del rey”, más tarde asumen
el rol de “director de los seis grandes tribunales” o de “director de los
archivos reales”. Ya para el final del Imperio Medio su función se vio enfocada
en la aplicación de los decretos reales y el control de las mercancías.
Por su departamento pasaban
los impuestos recaudados, así como los productos de las regiones de labrantío y
la cosecha de los campos reales. En lo relativo a la agricultura el visir
entendía en todo lo relacionado con las siembras,
recolección regadíos, incluso en lo concerniente a la división del terreno y la
cría de animales, tarea para la que se hacía ayudar de un buen grupo de
escribas y archivos.
En materia de legislación del
rey era teóricamente el máximo responsable; la promulgación de leyes y decretos
terminaban siendo tratada más como una cuestión mágica o religiosa.
Los
virreyes de Nubia
Se prefería que los virreyes
hubieran pertenecido con anterioridad al servicio privado y personal del rey;
entre ellos bastantes escribas y pocos oficiales, lo que demuestra el aspecto
más administrativo y financiero que militar de cargo.
Era obligado al mantenimiento
de guarniciones militares al mando de un oficial del ejército dependiente
directamente del faraón.
El virrey estaba asistido por
una seria de funcionarios encargados de la dirección de los principales
servicios de Nubia. Además estaba encargado de coordinar los distintos
servicios que debían recaudar los tributos anuales que Nubia prestaba a Egipto.
Al frente de un pequeño grupo
de soldados y junto al jefe de los arqueros de Kush, el virrey organizaba
inspecciones para alejar del valle a los grupos nómadas.
La
administración y el Estado.
Cargos:
Señor de los secretos del rey en el Gran tribunal del Dominio Real.
Director del Gran Tribunal.
Director de los seis grandes
tribunales.
El vigilante de todos los
trabajos del rey.
Director del granero.
Director del Tesoro.
Director del Doble Tesoro.
Mensajeros.
La
casa de la vida.
La casa de la vida era un
conjunto de instituciones, que agrupaba las oficinas las oficinas de los
escribas adscritos a los grandes templos de su personal. Se redactaban y
copiaban textos en hieráticos y se establecían los modelos de inscripciones o
rituales que debían seguir los grabadores en las paredes de los templos en
escritura jeroglífica.
El aprendizaje de la escritura
era precisamente una de las máximas responsabilidad de los templos hacia la
sociedad.
El
ejército.
El servicio militar era una de
las prestaciones a las que estaba sometido todo varón, sin que existiera por
ello un vínculo profesional con el mismo. Los soldados, por lo general, eran
empleados en misiones fuera o en las márgenes del territorio, muchas veces para
dar protección a los empleados y trabajadores de los atacantes nómades, y otras
para acaparar los productos necesarios en la metrópoli.
Egipto no estaba siempre en
guerra, lo que instaba a que los contingentes de tropas acabaran integrándose
en la vida diaria del país. El ejército representaba a un n mero de
trabajadores que el gobierno y la administración empleaba de forma permanente
en tareas civiles.
El ejército estaba compuesto
por diferentes categorías de personal a la defensa y al mantenimiento del orden
de los territorios.
Los distintos cuerpos del
ejército se fueron agrupando alrededor de cuatro divisiones formadas cada una
de ellas por unos cinco mil hombres.
La cuestión del alistamiento
quedó resuelta con la incorporación de mercenarios nubios y asiáticos.
El alistamiento significaba la
única posibilidad de obtener ascenso por mérito propio.
Tácticas
y luchas. La realidad del poder militar.
La dinastía XVIII.
Incorporación de extranjeros
al ejército.
Copia de armas enemigas.
La vida en los cuarteles era
sumamente dura, sufren violentos adiestramientos.
La infantería empleaba mazas,
cuchillos de bronce y espadas de hoja ancha, también se usaban hachas y espadas
cortas con una curvatura en los dos terceras parte de la hoja.
El arma por excelencia era el
arco, los arqueros formaban un grupo de elite.
Las unidades de carros estaban
divididas en escuadrones de 25 de estos vehículos cada uno, integrado por
jóvenes de buenas familias y de la clase más lata de Egipto,( algunos
aspirantes invertían todo su patrimonio para adquirir el derecho a participar
en los combates con un carro y caballos propios ;si el carro quedaba
inutilizado, además de la ruina podían sufrir severos castigos.
Los carros eran los encargados
de romper en frente enemigo impidiendo que las fuerzas enemigas pudieran reorganizar,
facilitando la acción para la infantería en el combate cuerpo a cuerpo.
La toma de fortalezas y
ciudades se realizaban con escalas, tras una incesante lluvia de flechas se
producía el asedio de la ciudad.
La armada se vio favorecida
por la influencia extranjera.
Aparecen remeros
profesionales.
La evolución de los
embarcaderos estuvo acompañada de remodelaciones en los puertos y ciudades que
los tenían.
La aparición de la nobleza
militar tarjo consigo, menos cargos y nuevos escalafones de los propios
estamentos militares.
La rama más activa de la
economía egipcia: la agricultura se fue resistiendo cada vez más por las
sucesivas reformas llevadas a cabo en favor de los oficiales, a quienes se
apremiaban con importantes lotes de tierra. Estas extensas propiedades pasaron
a una administración privada muy lejos del control ejercido por el propio
faraón.
El
territorio y la división administrativa.
Los
nomos. Distritos y ciudades.
Desde el Imperio Antiguo la
división territorial en nomos supuso el principal punto de apoyo para la
administración provincial de Egipto.
Estas divisiones territoriales
o nomos debieron aparecer con el desarrollo de las primeras civilizaciones establecidas en suelo egipcio.
Cada una de ellas se acogía a la protección de un dios.
Los principales nomarcas fueron
los encargados de confeccionar el censo de sus demarcaciones, intentando
obtener el mayor rendimiento de las tierras e incrementando los bienes reales;
además de su posterior administración.
La capital de nomo también lo
era del partido judicial.
Muchas veces el nomarca debía
más sus cargos al control de las tierras o la vigilancia que debía ejercer
sobre los cultivos o canales que a cualquier otro aspecto de gobierno.
La acción de enlace ejercida
por los mensajeros regios entre los nomarcas y los primeros ministros sirvió
para reforzar la función de la periferia.
Desiertos
y oasis. La frontera del Nilo.
Tenían gran importancia porque
las caravanas se movían de oasis en oasis, formando asentamientos debido a la
posibilidad del abastecimiento de agua y al desarrollo de la agricultura.
Por otra parte había zonas con
una gran importancia de material
mineral.
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